El muñeco de apego, es un objeto material en el cual t’u bebé deposita afecto.
Este objeto cumple algunas funciones psicológicas muy importantes, por una parte es una fuente de placer y seguridad cuando la madre (o la figura de apego principal) no está.
El muñeco o de apego es aquel objeto especial para tú bebé, indispensable a la hora de dormir o cuando necesita consuelo y que, de alguna manera, representa a la mamá, dándole seguridad.
La función de este objeto es darle una sensación de acompañamiento, confianza y protección al bebé.
Por lo general, el muñeco de apego aparece entre los 7 u 8 meses, justamente cuando el bebé transita por la conocida como “crisis” o “angustia del octavo mes”, en la que se reconoce como un ser independiente a su mamá.
Este objeto de apego lo ayuda a superar ese momento, así como otras nuevas experiencias, por eso hay que respetarlo como tal. Aunque el apego del niño a este objeto puede aumentar a eso de los 2 años, cuando va viviendo nuevas experiencias en las que necesita de su muñeco.
En realidad, los padres le ofrecen al niño una variedad de juguetes u objetos y, de entre ellos, el bebé elige aquel con el que se sienta más apegado.
Por lo general, se trata de un objeto suave y placentero para el bebé, que todavía está en una etapa de succión en la que el conocimiento de los objetos se da a través de la boca. Los padres no puede imponérselo, solo presentarle opciones entre las que él, en algún momento, elegirá una otorgándole ese carácter mágico y especial.
Es importante respetar a tú bebé y entender que se trata de un objeto muy significativo para él, con el que establece un vínculo afectivo. En algún momento, cuando esté listo, irá “despegándose” de este objeto hasta que no lo necesite más para calmarse o dormir.
¿Hay que lavarlo?
Lo ideal es no lavarlo, mantenerlo con los olores naturales que el bebé fue dejando en él al babearlo, morderlo, abrazarlo, arrastrarlo, porque esto también es parte de su magia. Por supuesto que si se ensucia mucho no hay opción, pero en la medida de lo posible hay que tratar de mantenerlo con esa huella que le dejó el bebé. Y en caso de lavarlo, hacerlo cuando el niño no está viendo.
Puede que haya bebés que no tengan un objeto en particular, sin embargo, hay ocasiones en las que simplemente pasa desapercibido como tal. El chupo es uno de esos casos, ya que puede darle una seguridad al bebé más allá de satisfacer su necesidad de succión, convirtiéndose en su objeto de apego; también.